Te echo de menos esta noche. Y como eso de contar ovejas no conduce a tus sueños, he comenzado a cauterizar tejidos y esconder los deseos debajo del colchón, con la avaricia propia de quien ha pasado hambre de caricias.
Intentaré también cristalizar algún recuerdo (azúcar glass vuelto besos) y ocultarlo al fondo del aparador, en lo más alto. Al fin y al cabo, para llegar a ti siempre tuve que ponerme de puntillas y alargar bien los brazos…
Para otra vez prometo dosificar preguntas y administrar respuestas con cautela, codificar mi piel y dejar que la descifres al ritmo de tus labios. O allanarte la tarde con sonrisas de único sentido, desmigajarme el alma y la mañana en el café del desayuno, masticarte cien veces por lo menos y en trozos muy pequeños, estudiar la orografía de tu cuello y hacerlo navegable, o acampar libremente en tu cintura y encender algún fuego (controlado), no sin antes leerte tus derechos al oído…
Y si consigo llegar a tu ecuador, enterrando hacha y miedos, hacer caída libre jugando con tus manos como hojas que se rinden al otoño en el interludio de paz entre dos cuerpos.
Y si resbalo y caigo entre tus dedos, olvidar medicinas y pasar de prospectos (en la posología de tu boca siempre creí leer:
antes y después de las comidas –NO abstenerse durante-).
Antes de que te vayas, trazaré tus coordenadas en un mapa de olvidos voluntarios, para dejarlo bajo un imán en la nevera, al lado de tu foto y una nota que diga: “comprar leche y destrozar la vajilla”…
Y si acaso regresas, por aval me son suficientes tus sonrisas o la osada solvencia de tu abrazo... No pido mucho más: quizás inaugurar un recodo rebelde de tu espalda, sostener tus acordes en el viento y con tu aliento cerca, poder oír el mar...
Y si no estás, si al final la soledad se adhiere al gotelé, sabré buscar cobijo allí donde descansan las endechas y renacen los tangos.
Envasaré tu voz, tu nombre y dos palabras en el tarro de la mermelada (de frambuesa) para extenderla poco a poco por tu ausencia. Sólo cabe esperar que nadie me descubra mirando con ternura a una tostada…
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