domingo, 23 de septiembre de 2007

Huellas



Así te quiero, en límites pequeños,
aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,
y tu unidad después, luz de mis sueños.
Gerardo Diego


Amanece (todavía), respiro hondo y aventuro una sonrisa,
de las de lino con topitos, apostando
a que encuentro tus huellas
prendidas en el quicio de la puerta
(a lo mejor me guardo alguna en el bolsillo cuando salga...)


Aún me siento desnuda cuando salto a la calle con los zapatos torpes (los de siempre), al pensar qué habrá sido de esos sueños que tuve (pregúntale a tus manos), si en realidad son nuestros o peaje nocturno para acceder al alba...

No importa si no estás; yo te llevo conmigo, prendido en la retina y las pestañas. Y sonrío...sonrío porque sí, porque el tiempo no es nada mientras vuelva a ser yo, hecha de amor y ramas quebradizas, frágil pero feliz...porque creo de nuevo en el otoño con la mirada tibia y la esperanza libre en avenidas amplias. Feliz...

Me guardaré una lágrima rebelde, bien prensada, en las últimas páginas de cualquier horizonte que aún quede por leer. Pero no borraré las huellas del desastre...Forman parte de mí, igual que tus pestañas y aquel escalofrío que se quedó atrapado en un punto olvidado de mi espalda, la intersección exacta de tus labios y el lugar donde nacen los recuerdos.

No borraré esa lágrima...




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Imagen 2

jueves, 20 de septiembre de 2007

Un asiento vacío


























Guardo negli occhi la ragazza
Quegli occhi verdi come il mare
Poi all'improvisso usci una lacrima
E lui credette di affogare


Luciano Pavarotti, Caruso


Recuérdame quién soy cuando salgas de aquí, cuando salgas de mí y se cierre la puerta (qué endeble la frontera cuando media el océano y un cuerpo). No debí dar por hecho que el ocaso sabría prender nuestras sonrisas como si fuesen hebras en el viento sin dejarlas marchar, mientras tú aún le arrancabas boleros a mi piel...

Ojalá este camino no se acabe, y exista otro recodo de aliento o alquitrán, leales a los cambios de estación que nos muden la piel cada cuatro de enero, cada cuarto creciente desde el punto más hondo del recuerdo, en ayuno continuo de tu abrazo más dulce, o el más falso, da igual...dejar la herida abierta no te hará regresar, ni estar más cerca.

Para mí sólo eres un asiento vacío...



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